• Primera lectura

    Colosenses 1:24--2:3
    24 Ahora me alegro por los padecimientos que soporto por vosotros, y completo en mi carne lo que falta a las tribulaciones de Cristo, en favor de su Cuerpo, que es la Iglesia,
    25 de la cual he llegado a ser ministro, conforme a la misión que Dios me concedió en orden a vosotros para dar cumplimiento a la Palabra de Dios,
    26 al Misterio escondido desde siglos y generaciones, y manifestado ahora a sus santos,
    27 a quienes Dios quiso dar a conocer cuál es la riqueza de la gloria de este misterio entre los gentiles, que es Cristo entre vosotros, la esperanza de la gloria,
    28 al cual nosotros anunciamos, amonestando e instruyendo a todos los hombres con toda sabiduría, a fin de presentarlos a todos perfectos en Cristo.
    29 Por esto precisamente me afano, luchando con la fuerza de Cristo que actúa poderosamente en mí.
    1 Quiero que sepáis qué dura lucha estoy sosteniendo por vosotros y por los de Laodicea, y por todos los que no me han visto personalmente,
    2 para que sus corazones reciban ánimo y, unidos íntimamente en el amor, alcancen en toda su riqueza la plena inteligencia y perfecto conocimiento del Misterio de Dios,
    3 en el cual están ocultos todos los tesoros de la sabiduría y de la ciencia.

  • Salmo responsorial

    Salmo 62:6-7, 9
    6 En Dios sólo descansa, oh alma mía, de él viene mi esperanza;
    7 sólo él mi roca, mi salvación, mi ciudadela, no he de vacilar;
    9 confiad en él, oh pueblo, en todo tiempo; derramad ante él vuestro corazón, ¡Dios es nuestro refugio!

  • Evangelio

    Lucas 6:6-11
    6 Sucedió que entró Jesús otro sábado en la sinagoga y se puso a enseñar. Había allí un hombre que tenía la mano derecha seca.
    7 Estaban al acecho los escribas y fariseos por si curaba en sábado, para encontrar de qué acusarle.
    8 Pero él, conociendo sus pensamientos, dijo al hombre que tenía la mano seca: «Levántate y ponte ahí en medio.» El, levantándose, se puso allí.
    9 Entonces Jesús les dijo: «Yo os pregunto si en sábado es lícito hacer el bien en vez de hacer el mal, salvar una vida en vez de destruirla.»
    10 Y mirando a todos ellos, le dijo: «Extiende tu mano.» El lo hizo, y quedó restablecida su mano.
    11 Ellos se ofuscaron, y deliberaban entre sí qué harían a Jesús.


Palabra del Señor


Santoral del día

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