La Esencia de la Fe

Y los apóstoles dijeron al Señor: ¡Auméntanos la fe! Entonces el Señor dijo: Si tuvieras fe como un grano de mostaza, dirías a este sicómoro: «Desarráigate y plántate en el mar». Y os obedecería. Lucas 17.5–6 (LBLA)

El concepto de la obediencia aparece tres veces en este corto pasaje sobre la fe. Lo vemos en el texto que hoy nos ocupa, pero también aparece en el versículo 9 y una tercera vez en el versículo 10. La mención de la obediencia en este contexto nos da una importante pista acerca de lo que es, en realidad, la fe.

Entre nosotros es común el concepto de que la persona de fe es aquella que se atreve a pedirle cosas a Dios que nosotros jamás nos atreveríamos a pedir. Miramos con cierta envidia su vida, porque parece conseguir resultados más extraordinarios que los que nosotros conseguimos. Creemos que esto se debe a que esta persona posee mucha fe y se anima a soñar en grande.

La fe, según lo que Cristo enseñó a sus discípulos, está ligada con los proyectos de Dios, no de los hombres. La fe no es un cheque en blanco que Dios le da a sus discípulos para que pidan lo que quieran, sabiendo que él se compromete a respaldarlos en cualquier cosa que se propongan. Más bien es la convicción de que Dios cumplirá lo que él ha hablado.

No hace falta más que un rápido recorrido por la vida de algunos de los grandes héroes de la fe para ver que en cada situación no hicieron más que obedecer las instrucciones que habían recibido. Abraham pudo ofrecer a Isaac en sacrificio porque creyó la palabra que había recibido acerca de un heredero. Moisés dividió las aguas del Mar Rojo porque creyó la palabra que recibió de Dios. También sacó agua de la roca porque Dios mismo le había mandado que así lo hiciera. Josué vio la destrucción de Jericó porque aceptó las instrucciones que Dios le dio acerca de aquella ciudad. Elías derrotó a los profetas de Baal porque había hecho todas las cosas según la palabra que había recibido de Dios.

Este es, de hecho, el argumento principal del autor de Hebreos. En el capítulo 4 escribe: «Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. También a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; a ellos de nada les sirvió haber oído la palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron» (1–2). De manera que es imposible ejercer fe en algo que no hemos recibido por palabra del Señor, porque la fe solamente es aplicable a aquellas situaciones donde Dios ha hablado con claridad y nos invita a creerle. En el acto de movernos según las instrucciones que hemos recibido es que encontramos la demostración de la fe

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