Evangelio de San Mateo
El evangelio de San Mateo nos muestra el significado de la actitud de entrega en la acción de su autor, quien abandona su vida como recaudador de impuestos para convertirse en un seguidor de Jesús. Este hermoso evangelio fue escrito en el año 80 d.C, aproximadamente.
El público al cual fue dirigido era el conformado por cristianos cuyo origen era judío, esto explica por qué el Antiguo Testamento es mencionado con frecuencia. Pues, Mateo se esforzó para que los fieles de aquel entonces comprendieran que Jesús era el enviado por Dios, y que con su llegada se cumplían los vaticinios de los Profetas.
Este evangelio de Mateo exalta en la figura de Cristo al enviado, el Hijo de David, quien se encargaría de salvar al Pueblo de Dios. Mateo también cataloga a Jesús con un título que hasta el momento solo había sido conferido a Dios, el de Señor, y con ello solo dejar de manifiesto que Cristo era una manifestación de origen divino.
Mateo, quien también era llamado Leví, se enfoca en mostrarnos a Jesús desde sus enseñanzas, por ello, sus discursos son el eje central del libro. Estos discursos son cinco y están inspirados en el Reino Celestial. Mateo muestra a Jesús como el Maestro o en Nuevo Moisés.

El evangelio de San Mateo ha sido identificado como “El evangelio de la Iglesia”, ya que esta ocupa un lugar preponderante para el apóstol, especialmente la nueva comunidad que se reunía en torno al nombre de Jesús.
Esta iglesia no debe sentir angustia al sufrir el rechazo de la antigua iglesia oficial, porque a este nuevo pueblo que se congrega para alabar al Mesías se le han abierto las puertas del Reino Celestial. La Nueva Iglesia tiene sus puertas abiertas para recibir nuevos cristianos, y así, hoy día, las puertas de la Iglesia cristiana continúan esperando la llegada de cada uno de nosotros. Nunca es tarde para entra. Cristo siempre esperará por nosotros como un buen padre amoroso.
Así como aquellos primeros cristianos fueron rechazados por su pueblo de origen, nosotros también podemos ser rechazados por nuestra familia, incluso, pero jamás debemos temer, porque podemos tener la certeza que si nos sumamos a la Iglesia Cristiana habremos ganado un puesto especial en el Cielo.
Las palabras de Jesús son tan poderosas que Mateo quiso enfatizar esta fuerza del Verbo encarnado cuando dividió su libro considerando los discursos más emblemáticos y que resumían el ministerio de Jesús, o que constituían su punto central, los cuales demuestran cada día su vigencia, con especial aplicación para nuestras vidas.
Estos discursos fueron: El Sermón de la montaña, en el cual aprendemos que podemos obtener liberación por cada error o pecado cometido; las Instrucciones a los misioneros, las hermosas Parábolas del Reino, las advertencias a la comunidad cristiana, y cómo se debe vivir esperando el fin de los tiempos.

El hecho de que Cristo decidiera convertir en apóstol a Mateo –quien tomaba dinero de los judíos para entregarlo a los romanos-, nos enseña que no importa cuál ha sido la vida que hemos tenido hasta hoy, porque si en este momento tomamos la determinación de cambiar y actuar conforme a la doctrina de amor, bondad y perdón de Cristo, podemos ser aceptados por nuestro Padre.
Podríamos decir que Mateo fue un amante del dinero, conocía bien las leyes de su tiempo y que no era como el resto de los apóstoles, humildes pescadores, pero nada de esto fue un impedimento para que Cristo lo aceptara cuando Mateo decidió cambiar su vida.
Pero, para poder ser aceptados por Dios debemos cumplir con un requisito: el arrepentimiento. Es esto lo que Mateo trata de hacer en el capítulo 4, una reflexión para que los lectores asuman la conversión, ya que el Reino de los Cielos está cerca, tal como indica.
El Origen del Evangelio de San Mateo
Mateo nos hizo llegar hasta la actualidad unas consoladoras palabras de Jesús que nos refuerzan y curan nuestra alma de la inquietud en el presente, cuando citó al Mesías diciendo:
“Dejen de inquietarse respecto a su alma en cuánto a qué comerán o qué beberán, o respecto a su cuerpo en cuanto a qué se pondrán… nunca se inquieten y digan ¿qué hemos de comer?, o ¿qué hemos de beber?, o ¿qué hemos de ponernos? Porque todas estas son cosas en pos de las cuales las naciones van con empeño. Pues, su Padre celestial saben que ustedes necesitan todas estas cosas. Sigan, pues, buscando primero el Reino y la justicia de Dios, y todas estas otras cosas les serán añadidas”. (Mateo 6:25, 31-33)
Estas hermosas palabras nos sirven hoy día de consolación, ya que atravesamos momentos difíciles, pero no tememos al mañana, ya que sentimos la confianza de que Dios nos proveerá lo necesario para vivir y que, sin pedírselo, Él ya sabe lo que precisamos.

Esta actitud de confianza absoluta en nuestro Señor nos diferencia como cristianos de quienes viven con desasosiego en el mundo y que se afanan en buscar el dinero principalmente. Estas personas solo sienten temor de vivir en carencia porque no tienen realmente a Dios en su corazón, pero la calma que siente el cristiano es incomparable. Nunca encontraremos en el mundo otro alivio como el que nos proporcionó Jesucristo y cuyas palabras registró el apóstol en el evangelio de San Juan.
Lo que debemos buscar nosotros los cristianos es entrar en el Reino de los Cielos y seguir la justicia de Dios, más que en gastar nuestra vida buscando bienes materiales que, al final, nunca nos proporcionarán verdadera felicidad.
Lo que puede generarnos el dinero o las posesiones es banal, pero el verdadero gozo solo nos lo puede dar nuestro Señor. Solo Él puede hacernos sentir plenos, seguros, en confianza y es capaz de disipar nuestros miedos.
Cada vez que sintamos tristeza o alguna inquietud, solo debemos acercarnos a Dios a través de su palabra, y esto lo podemos hacer leyendo el evangelio de San Mateo que, sin duda alguna, será la mejor inversión de tiempo que hagamos para salvar nuestra alma.