Evangelio de San Lucas
El evangelio de San Lucas fue escrito por Lucas, el discípulo acompañante del apóstol Pablo. Y se redactó cincuenta años después que Cristo había muerto, al menos se estima que fue durante ese tiempo. La forma en la que Lucas nos presenta este evangelio es realmente animosa para todos los creyentes.
Lucas no era judío y, sin embargo, podemos tener confianza en su palabra cuando él nos señala que Cristo vino a salvarnos a todos, sin distinción de raza o posición económica. El amor de Jesús puede acoger a todas las personas, incluso a los pobres, los humildes, aquellos desposeídos que pensaban que estaban solos en el mundo. Todos pueden encontrar una esperanza en el evangelio de San Lucas.
Ha sido justo el nombre que ha recibido este evangelio, ya que le ha denominado como “evangelio de la misericordia”, porque Cristo vino precisamente a dar salvación a todo lo que se consideraba perdido, como aquel pastor que deja a su rebaño para ir a buscar una sola oveja. Así, Lucas nos presenta a Jesús como el hombre que se regocija cuando recibe en casa a uno de los hijos que se había perdido.
Esto es un gran aliento para nosotros. Si sentimos que nos hemos salido del camino de la rectitud, podemos vivir con la certeza de que solo necesitamos tomar la decisión de regresar al seno de Dios porque allí Jesús nos espera, no para reprendernos ni juzgarnos, sino simplemente para aceptarnos y darnos de su amor.
En todo el evangelio de San Lucas, el autor nos remarca la importancia de convertirnos, de soltar la vieja personalidad, de cambiar nuestra vida para salvarnos. Esta conversión no es vacía, por supuesto que nos proporciona un corazón gozoso y una alegría imposible de sentir en el mundo fuera de Dios.
En realidad, todos los momentos de felicidad que creemos experimentar son solo una ilusión. Es únicamente en Dios, en su regazo, una vez que hemos entrado o retomado su camino que podremos sentir verdadera alegría. Nada ni nadie más podría hacernos sentir como solo Dios, nuestro amado Padre puede.
El Origen del Evangelio de San Lucas
Con la lectura del evangelio de San Lucas podemos comprender mucho mejor el amor de Cristo hacia nosotros y su misericordia, su compasión al ser capaz de salvarnos a todos por igual. Lucas, de profesión médico, escribió esta joya de evangelio para el público gentil, y mostró a Cristo como el Salvador de la humanidad, lo cual incluía a gentiles y judíos.
Lucas nos presenta escenas de la vida de Cristo como ningún otro apóstol lo hace –sin desestimar el trabajo de los demás, por supuesto-; pero, se encarga de que todos conozcamos a profundidad la Verdad que Cristo nos trajo. Es por ello que, de forma única, nos muestra parábolas que solo están contenidas en este evangelio, así como la historia del hijo pródigo que nos incentiva a todos a acercarnos a Dios sin sentir miedo de nuestro pasado o de lo que hayamos podido haber hecho cuando nos hemos alejado de nuestro Señor.
Un regalo sin igual que también nos deja el Evangelio de San Lucas es que nos enseñó cómo oró Cristo, y este es un gran tesoro ya que la oración es nuestro puente de comunicación con Dios y lo que nos puede ayudar a sentir alivio, y a expresar nuestros deseos, temores y pedir por la liberación de todo cuanto nos oprime. La oración es sumamente importante, y Lucas nos dejó la mejor forma de hacerlo, tal como lo hacía el propio Jesucristo.
Por otro lado, el evangelio de San Lucas también nos comenta de esas horas agónicas de Cristo en el Getsemaní y cómo este derramó incluso sangre. Esto nos hace apreciar mucho más el sacrificio que Jesús hizo por nosotros y nos motiva a no dudar de su Verdad y de salir en búsqueda de su paz, su amor y su Salvación.
El evangelio de San Lucas nos enseña también sobre la importancia de la honestidad, ser sinceros ante Dios, el servicio, la pobreza –de la cual no es necesario sentir vergüenza ni sentirnos disminuidos porque somos vistos con amor delante de Dios y tenemos preferencia en su Reino-; de igual modo, nos enfatiza la relevancia que tiene la renuncia para salvarnos.
En este mundo siempre estaremos rodeados de cosas, de deseos, de ostentosidades, pero todo ello es innecesario ante la presencia de Dios, porque nadie tiene más majestuosidad que nuestro Señor. De hecho, todas las riquezas son innecesarias si queremos acudir ante Dios. Por ello, Jesús nos dejó el mensaje de la renuncia. Renunciar, soltar, dejar atrás, también nos ayuda a liberarnos del peso de este mundo y a unirnos con Dios y servir solo a Él.
Las palabras de Jesucristo fueron tan liberadoras que los dirigentes del momento no toleraron la promesa de la redención que hizo a los pobres, así como tampoco soportaban la idea de que tuviesen que desprenderse de lo material para acercarse a Dios y fue por esto que se esforzaron por llevarlo a través del Calvario.
La conversión continúa siendo un aspecto importante en toda la lectura del libro, y a razón de ello es que aparece la figura de Juan el Bautista y su tarea convirtiendo a las personas al ministerio de Jesús.
Otro pasaje resaltante del evangelio de San Lucas es el que relata las tentaciones en el desierto. Podemos ver que las personas de su tiempo esperaban un Mesías que tuviese las cualidades de la sociedad imperante del momento: que estuviese lleno de lujos y riquezas, pero en lugar de ello, Jesús llegó con los valores contrarios a este afán.
Jesús se presentó como un hombre humilde, dado al servicio, que privilegiaba el compartir, perdonar y dar a los demás, y esto fue algo que muchos de su tiempo no pudieron comprender. Hoy día sabemos que estas son cualidades que los cristianos debemos desarrollar para imitar a Cristo y obtener la salvación.
Si el hijo de Dios fue capaz de adoptar una actitud de humildad y servicio, ¿con cuanta más razón no lo hemos de hacer nosotros que somos simples mortales? Conocer la verdad que entraña el evangelio de San Juan, sin duda alguna, nos acerca más a la liberación y Salvación.